Periodo Cosmológico: Los Pre-Socráticos
Bibliografía: Navarro
Cordón, J.M. y Calvo Martínez, T.: Historia de la filosofía, Anaya,
Madrid, 2003.
La palabra "presocrático", con la que suele designarse a los primeros filósofos griegos, significa literalmente "anterior a Sócrates". Esta denominación no es exacta (los últimos de los llamados "presocráticos", como Anaxágoras y Demócrito, son en realidad contemporáneos de Sócrates), pero se ha impuesto definitivamente.
El tema fundamental de que se ocupan los
filósofos presocráticos es la explicación de la naturaleza. Y para
explicar la naturaleza, sus reflexiones se centran en averiguar cuál es el origen
del cosmos, por ello este período
es denominado “cosmológico”. En la lengua griega común, la
palabra "cosmos" significaba "orden" y también
"belleza". Los filósofos fueron los primeros en utilizarla para
referirse al universo en su totalidad, en la medida en que el universo
aparece como un todo ordenado. Preguntarse por el origen del cosmos es, por
tanto, preguntarse por el origen del orden actual que manifiesta el universo:
¿cómo surgió y a través de qué etapas llegó el universo a su estado actual?
El interés común: la búsqueda del
arjé
Los Pre Socráticos o, también llamados, filósofos
de la naturaleza, intentaron determinar el principio o arjé (en griego αρχη), es decir, la sustancia o sustancias
originales de que proceden y están constituidas las cosas que componen el
universo. Dentro del pensamiento griego no existe la idea de creación que
admite la formación de algo a partir de la nada (idea procedente del
pensamiento judeo-cristianismo). Para los griegos siempre tendrá que haber un
principio originario o arjé, a partir del cual se generan las cosas que
componen el mundo.
¿Cuál es el
principio o fundamento de todo lo real? αρχη =
principio constitutivo, básico, de todas las cosas.
LOS MONISTAS
a)
La Escuela de Mileto: Los filósofos Tales, Anaximandro, y Anaxímenes proceden
de Mileto. Se les denomina, por ello, milesios. Los tres propusieron una
explicación monista, es decir, establecieron que el principio o arjé del
universo es un elemento material del cual proceden y están
constituidas todas las realidades que existen. Tales y Anaxímenes propusieron
respectivamente como arjé el agua y el aire.
Anaximandro, por su parte, afirmó que el principio es una materia indeterminada
e infinita que denominó "ápeiron" (esta
palabra significa precisamente eso: "indeterminado",
"infinito").
b) Los pitagóricos: Constituyen un grupo o escuela
fundada por Pitágoras alrededor del año 530 a.C. De Pitágoras apenas
sabemos nada con certeza. En cuanto a la escuela pitagórica, su interés para la
filosofía es doble: 1) Desde el punto de vista antropológico, es de destacar
que sostuvieron la inmortalidad y la transmigración
de las almas. 2) Desde el punto de vista cosmológico, atendieron a
la armonía y orden del universo subrayando su carácter matemático. En el cosmos
reina una armonía matemática, un orden matemático. Afirmaron que el universo
está "hecho" de números y que, por tanto, los números son,
en último término, el arjé de todas las cosas.
c) Heráclito de Éfeso: Propuso como arjé el fuego. En uno de los
textos que conservamos de él se dice que el fuego es una sustancia en constante
transformación, y de ahí que afirme que la realidad se halla en constante
cambio. La filosofía de Heráclito se centra en la idea de devenir. Para
Heráclito la realidad se caracteriza por su incesante devenir («todo fluye»
PANTA REI). Este devenir, o fluir universal, no es, sin embargo, caótico, sino
que obedece a una ley o medida. Hay, pues, un orden, una ley que Heráclito
denomina logos: todo sucede conforme a esta ley, o logos. Esta
ley universal comporta, según él, la lucha
de contrarios.
d) Parménides de Elea: marca un hito decisivo en el desarrollo de la
filosofía griega. En efecto, como consecuencia de su doctrina, la pregunta
sobre el origen del cosmos tomará un rumbo totalmente diferente.
La filosofía de Parménides: Toda la filosofía de
Parménides se basa en la siguiente premisa que él considera como una verdad
innegable: "el ser es y el no-ser no es". A partir de esta
tesis deduce que el ser es uno (único e
indivisible), eterno (ingénito e imperecedero) e inmutable
(invariable e inmóvil). En consecuencia, no habrá más remedio que declarar que el cambio y la pluralidad son irracionales,
ininteligibles. Ciertamente, la experiencia sensible nos muestra un mundo
donde hay pluralidad y hay movimiento. Pero esta experiencia resulta contraria
a las exigencias de la razón. De este modo, en la filosofía de Parménides se
establece una oposición radical entre razón y sentidos. Y ante esta disyuntiva,
Parménides apuesta por la razón (la "vía
de la verdad"), en detrimento de los sentidos (la "vía de la opinión").
LOS PLURALISTAS
En la primera mitad del siglo V a. C. aparece en la Grecia insular y
continental una generación de filósofos, cuya mentalidad acusa una gran
madurez. Aunque apenas guardan conexión entre sí, coinciden, en aprovecharse de
los diversos esfuerzos de la investigación filosófica anterior y en intentar
una síntesis de sus resultados. Todos ellos están marcados por la filosofía de
Parménides y quieren explicar a la vez la realidad del ser (eterno e inmutable)
y la del cambio, tratando de conciliar de nuevo razón y experiencia (por este
motivo se les llama armonicistas).
Les llamamos pluralistas, porque reemplazan la doctrina de la
materia única por la de una pluralidad de materias o de elementos materiales
como causa explicativa de todas las cosas. Para superar el problema planteado
por Parménides (la contradicción entre razón y experiencia, la contradicción
entre las ideas de ser y devenir) abandonan la idea de que el arjé consiste
en un único elemento material, proponiendo como arjé una pluralidad de
elementos o partículas materiales. Otro rasgo común a estos filósofos es la
introducción de fuerzas cósmicas, que sirven para dar razón del cambio o
movimiento de las cosas (Empédocles y Anaxágoras), o su negación explícita
(Demócrito). Después de Parménides, por influencia de estos filósofos, la
explicación acerca del origen del universo cambió sustancialmente de rumbo.
Tres son los filósofos pluralistas posteriores a Parménides más
destacados:
a) Empédocles de Agrigento (492-432 a C., aprox.) propuso que el
universo procede de la combinación de cuatro
elementos o raíces: fuego, aire, agua y tierra. Su
combinación y disgregación dan lugar al cosmos bajo la acción de dos fuerzas,
de atracción y repulsión respectivamente, que denomina Amor y Odio. El Amor une
y agrega los elementos originarios para formar las cosas. El Odio las separa y
disgrega. De esta forma se explica el devenir del universo.
b) Anaxágoras (500-428 a. C., aprox.) –al igual que todos los
pluralistas– aceptó la tesis parmenídea de que, en sentido estricto, ninguna
realidad nueva puede originarse. Aceptado este principio, no le quedaría otro recurso
que afirmar que todo existe desde siempre. Partículas diminutas de todas
las sustancias existían y existen por siempre; en los hombres predominan las
partículas de hombre, pero, en realidad, en el ser humano –como en el resto de
los seres– hay partículas ("homeomerías", tal como
las denominó Aristóteles) de todas las sustancias del universo: "todo
participa de todo", dice Anaxágoras. Estas innumerables partículas se
encontraban originalmente mezcladas en una masa compacta y maciza, sin
intersticios ni separación alguna. Queda así explicado el origen de la
pluralidad de los seres del cosmos, pero ¿cómo se explica el movimiento? ¿Cómo
empezó a moverse esta masa compacta originaria, de modo que las partículas
fueran separándose y uniéndose para dar lugar, de manera ordenada, a los
distintos seres? Anaxágoras recurre a una causa exterior, un Entendimiento
(en griego, Noús) o Inteligencia ordenadora que
imprimió a esta masa inerte un movimiento de remolino. El recurso, por parte de
Anaxágoras, a una «Inteligencia ordenadora» abre perspectivas nuevas, que más
tarde serán recogidas por Platón y Aristóteles.
En Anaxágoras aparece
por vez primera de modo explícito la idea de un dios como principio rector del
universo. Esto parecía llevar a una concepción del orden del universo como
resultado de una inteligencia que actúa conforme a fines, de modo tal que el
resultado de los procesos naturales sea siempre la consecución de lo mejor, de
la máxima perfección y belleza. Sin embargo, Anaxágoras no llegó a desarrollar totalmente
esta idea de una Inteligencia ordenadora del universo.
c) Demócrito (nacido el 460 a.C., aprox.): Juntamente con
su maestro Leucipo, ofreció una respuesta más audaz y más radical.
El atomismo: Parménides dice que
no puede haber más que una única realidad. ¿Por qué? Supongamos que existen dos
o más realidades, dos o más seres: por fuerza ha de haber alguna separación
real entre ellos, ya que, en caso contrario, no serían dos
sino una única realidad continua. Ahora bien, argumentaba Parménides, si entre
ellos hay realmente separación, ¿qué es lo que se interpone entre ellos? No
cabe contestar que se interpone algo real, pues volveríamos a la situación
anteriormente descrita: no dos sino una única realidad continua. ¿Se
interpondrá entre ellos algo no real? Pero algo que no es real, ¿cómo va a
interponerse? Algo no real es algo que no es y, por tanto, no puede ni dividir
ni interponerse.
Es frente a este dilema
donde se muestra la audacia intelectual de los atomistas. Entre la multitud de
realidades (átomos) cuya existencia pretenden establecer se interpone
ciertamente algo, el vacío. Los atomistas
conceden gustosamente a Parménides que el vacío que separa los átomos no es
real, si por real se entiende la materia existente: únicamente los átomos son
reales en este sentido y el vacío puede muy bien ser caracterizado como no-ser
por Parménides. Sin embargo, el vacío es algo real, si por real se entiende que
efectivamente lo hay.
Junto con los átomos, el
vacío forma parte de la naturaleza del universo. El papel desempeñado por el
vacío es decisivo. No sólo hace posible la pluralidad, sino también el
movimiento. Para Demócrito, los átomos se mueven eternamente en el vacío,
uniéndose y separándose y dando origen a todas las cosas del universo.
Los átomos son
partículas pequeñísimas e indivisibles que existen en número infinito. Los
cuerpos son agregados gigantescos de átomos en cantidad incalculable. Los
átomos no difieren en cualidad, pero sí en la forma, en el tamaño y en el peso.
Y se mueven eternamente de manera natural. Poseen auto movimiento. No se
necesita, por lo tanto, postular la existencia de ninguna fuerza externa como
causa de su movimiento.
Según el atomismo, la
formación del universo no obedece a ningún plan ni propósito. El atomismo de
Leucipo y Demócrito ofrece una visión mecanicista de la
naturaleza: el universo no está presidido por plan alguno trazado por una
inteligencia divina trascendente, ni existe tampoco una finalidad inmanente que
guie los procesos naturales. El universo es el resultado necesario del
movimiento y combinación de los átomos, pero el movimiento y la combinación de
los átomos no persigue objetivo o finalidad alguna.
Esta visión de la
naturaleza tuvo pocos seguidores en el pensamiento antiguo, dominado por la
idea de teleología o finalidad. No obstante, la concepción mecanicista quedará
como un modelo siempre disponible, que, tras un largo período de
oscurecimiento, volverá a resurgir con fuerza a partir de la Edad Moderna.
El sistema atomista constituye la última respuesta
del pensamiento presocrático a la doctrina de Parménides. Con él se cierra el
ciclo de la filosofía presocrática. Más adelante veremos cómo Platón se opone
radicalmente al materialismo y al mecanicismo de los atomistas.
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